Dir: Guillermo del Toro
Int: Mia Wasikowska, Jessica Chastain, Tom Hiddleston, Charlie Hunnam, Doug Jones, Javier Botet, Jim Beaver, Burn Gorman, Leslie Hope, Kimberly-Sue Murray, Emily Coutts, Gillian Ferrier, Matia Jackett, Martin Julien.
Confieso que sigo a Guillermo del Toro con especial entusiasmo desde Mimic (1997), su salto al cine norteamericano desde su México natal, donde cuatro años atrás ya había dirigido la interesante Cronos (1993) y, anteriormente, junto con otro compatriota y gran director, Alfonso Cuarón, la terrorífica serie de televisión La hora marcada ( 1986-1990). Está claro que a del Toro lo que siempre se le ha dado bien es el género fantástico, una parcela en la que ha podido dar rienda suelta a su ilimitada imaginación y poder creativo. Guillermo del Toro además de director, es guionista, dibujante e incluso compositor de música, especialmente en esta su última obra hasta el momento, donde también ejerce de productor asociado a través de su propia productora Legendary Pictures.
Con una espléndida fotografía del veterano danés Dan Laustsen y una bella banda sonora del español Fernando Velázquez, apoyada por el magnífico sonido de la Lucasfilm Skywalker Sound, La cumbre escarlata es una película que no ha escatimado en medios de producción gracias al gigante Universal, productora icono de las grandes películas del terror clásico de los años 30 y 40. De este modo, del Toro ha podido hacer realidad todo lo que su prodigiosa mente había ideado para plasmar en esta película plagada de guiños, homenajes y referencias cinematográficas y también literarias. Entre ellas, podemos vislumbrar toda la tradición fílmica de casas encantadas (con La casa encantada/The Haunting, dirigida por Robert Wise en 1963, como mayor exponente, o también La leyenda de la mansión del infierno/The Legend of Hell Hause, dirigida por John Hough en 1973), con algunas referencias más en la línea de la tradición romántico-gótica, como La caída de la casa Usher (1960), dirigida por Roger Corman, sobre un relato de Edgar Allan Poe.
También del Toro homenajea al género fantástico y de terror de temática fantasmal de inicios de los años 80, en especial a Al final de la escalera (1980), filme de Peter Medak, que sin duda el cinéfilo de pro reconocerá en una determinada escena con pelotita incluida. Dentro de todo este homenaje a lo romántico y lo gótico, no podía faltar esa relación de amor-odio crucial que era la piedra angular sobre la que pivotaba esa historia que se desarrollaba en otras cumbres, en aquella ocasión borrascosas, de la espléndida novelista Emily Brontë. Tampoco faltan los guiños al personaje de Mary W. Shelley, creadora del mito cinematográfico del terror por excelencia: Frankenstein. Añadir a todo esto la tradición cultural popular qué rodea a la muerte en el México natal del director con esas "catrinas" o damas de la muerte (que también muestran su terrible rostro en el filme), y un tratamiento del color al más puro estilo de la Hammer Films de los años 70, en el que destacan unos rojos vivos y espectaculares para mostrar la sangre en todo su esplendor visual y su carga dramática y simbólica, y obtenemos un conglomerado poliédrico en referencias que sin embargo funciona como un todo perfectamente integrado.
También hay una fotografía e iluminación maravillosas que potencian y recrean la atmósfera romántico-gótica que impregna toda la película. La cumbre escarlata conecta además con ese intento de diálogo entre fantasma y humano que ya exploraba del Toro en su anterior obra El espinazo del diablo(2001), donde el fantasma que busca redención da pistas e incluso puede salvar de la destrucción a un determinado personaje. En esa dirección, el director mexicano parece querer decirnos que lo más horrible no es lo que en principio se manifiesta como terrorífico y maligno, sino la invisible maldad humana que reside muchas veces en bellos rostros y cuerpos (como en este caso el de la hermosa y espléndida actriz Jessica Chastain, que una vez más me ha maravillado con una interpretación magistral, hipnótica y llena de fuerza). El resto del reparto también cumple con brillantez, tanto Wasikowska como Hiddleston (que me ha recordado mucho en su porte y presencia a aquel conde Drácula que interpretó a finales de los 70 un joven Frank Langella dirigido por John Badham) y también el resto de secundarios.
La cumbre escarlata es una historia fantástica que trata con maestría, dentro del género, temas universales muy humanos y reales: el amor, la ambición, el odio; todos ellos ingredientes imprescindibles para que el crimen se convierta en un combinado perfecto servido frío para que esa dama flaca y oscura llamada muerte lo saboree con deleite. Mientras esperamos que se hagan realidad los próximos proyectos de Guillermo del Toro (que se va a enfrentar al personaje clásico de Pinocho y que también prepara una segunda parte de su espectacular Pacific Rim), no pueden perderse ni dejar de deleitarse con esta Crimson Peak, en especial si son amantes del género fantástico, de terror, de ambos o simplemente del cine con mayúsculas. Porque si hay hoy día un director que realice un cine personal, de gran calidad artística, provisto de una imaginación desbordante y además muy bien realizado técnicamente, ese es sin duda el genio mexicano (y ya universal ) de Jalisco: Don Guillermo del Toro.
Gonzalo J. Gonzalvo
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